Reserva Mundial de la Biosfera, La Palma

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El La isla de La Palma fue la primera entre las islas canarias en contar con una Reserva de la Biosfera. El 30 de junio de 1983, la UNESCO declaró 511 hectáreas de la finca «El Canal y Los Tiles» Reserva de la Biosfera.

El objetivo de protección de la originaria Reserva del Canal y Los Tiles era la Laurisilva Macaronésica. Sin embargo, el papel de las Reservas de Biosfera evolucionó vertiginosamente para convertirse en referentes pioneros del desarrollo sostenible. Por lo que pronto, a pesar de los indudables valores del espacio y de la escuela que supuso esta reserva en Canarias para la conservación e investigación de estos hábitats, el territorio designado se convirtió en un corsé que impedí­a cumplir adecuadamente con las tres funciones que el programa MaB encomienda a las Reservas de la Biosfera (conservación, desarrollo y logí­stica). Solo parcialmente dos de estos aspectos podí­an abordarse de manera adecuada con el reducido espacio de la primigenia Reserva de la Biosfera.

Ello lleva a que en los años 90 se proponga una ampliación del espacio protegido. El MaB aprobó en 1998 esa primera ampliación, con lo que la Reserva pasó a comprender un territorio de 13.240 hectáreas, 27 veces mayor que aquel emblemático espacio de la finca El Canal y Los Tiles. De hecho, las 511 hectáreas de la primera declaración permanecen como zona núcleo de la Reserva, pero el ámbito protegido abarca ya una comarca completa, desde la cumbre al litoral. Además, la Reserva de la Biosfera experimenta un cambio nominal, ya que pasa a denominarse «Reserva de la Biosfera de Los Tiles», ya que al ampliarse el territorio deja de estar asociada únicamente al nombre de la finca sobre la que se había articulado la primera declaración.

En el contexto del nuevo territorio aparece ya una gran representación de los hábitats de la isla de La Palma, con toda la iversidad que aporta el tránsito desde la costa hasta la cumbre, y muy especialmente entra en juego el papel de los habitantes de la zona como artífices de un nuevo modelo de desarrollo integrado en los fines de la Reserva.

En La Palma, los avances en materia de gestión y desarrollo generados en el ámbito de la nueva reserva, así­ como la estrategia del Programa MaB, comenzaron a influir rápidamente en el resto del territorio insular. De hecho, se produjo un proceso de asimilación en el que las estrategias e iniciativas orientadas al desarrollo sostenible, generadas o no en el seno del ámbito de la Reserva, adoptaron la formulación de iniciativas, planes y programas coincidentes con la estrategia trazada para la Reserva de Biosfera.

    De hecho, la isla ha experimentado una interesante evolución hacia una estrategia insular de sostenibilidad, en la que ha tenido mucho que ver la pionera Reserva del Canal y Los Tiles. Desde que en 1983 se declararon aquellas 511 hectáreas, la sociedad insular ha madurado hacia una mayor valorización del medio natural y una progresiva concienciación sobre el uso de los recursos; donde, en paralelo, se ha incrementado de forma espectacular el nivel de participación ciudadana y los canales de información sobre los objetivos de las Reservas.

En Sesión Plenaria del Consejo Internacional de Coordinación de la UNESCO, celebrada en París el día 6 de noviembre de 2002, se acuerda la aprobación del expediente de ampliación de la Reserva de la Biosfera Los Tiles a la totalidad del territorio insular y se toma nota de su nueva denominación «Reserva Mundial de la Biosfera La Palma».

Esta declaración de un territorio insular completo como Reserva de la Biosfera supone desde luego un cambio de perspectiva, respecto a las primeras declaraciones, en la medida que se entiende que en este tipo de lugares de reducido tamaño, amplia fragilidad y complicada convivencia de la conservación y el desarrollo socioeconómico, no se puede fragmentar el territorio nuevamente para la conservación, sino que es necesario articular una respuesta integral a una situación tan compleja. La práctica internacional ha demostrado que esta es evidentemente una de las características de las pequeñas y medianas islas, donde los territorios y las actividades humanas se interrelacionan de forma constante y cambiante, resultando muy difícil abstraer de la insularidad espacios de cierta magnitud.

La inclusión de la totalidad de la Isla en la Reserva de la Biosfera permitió incorporar espacios de calidad ambiental indudable, como el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, pero además extender los principios de sostenibilidad a aquellas zonas urbanas o rurales que han soportado una mayor transformación, y que son las que pueden generan la mayor carga sobre los ecosistemas insulares.

La constitución del Consorcio de Gestión de la Reserva de la Biosfera actual, supone claramente una mayor implicación de los poderes insulares y municipales, una más amplia participación del sector privado y de los colectivos sociales, así como la asunción de nuevas perspectivas y responsabilidades, que alientan la consecución de objetivos de sostenibilidad y conservación.

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